EL PEPE ARTIGAS DE GONZALITO

En marzo del año pasado en la Plaza Artigas, al pie del monumento que realizara Armando Germinal Gonzalez Ferrando (Gonzalito),  autoridades  locales y un pequeño grupo de artiguenses conmemoraron los 100 años del nacimiento de aquel artista uruguayo que expulsado por la dictadura murió en el exilio en 1981.
Sus restos, que hasta entonces descansaban lejos de su patria, en el cementerio de la ciudad búlgara de Plovdiv, país que lo acogió luego que su nombre, como el de tantos uruguayos, pasara a integrar las listas negras de la dictadura – habían sido repatriados en 2010, velados en el teatro El Galpón  y sepultados en el Cementerio del Norte.
Los datos y fotos que compartimos han sido obtenidos en diversas fuentes que figuran al final de esta página. JSDC

De origen humilde, autodidacta, activo militante político, Armando González (Gonzalito) fue un artista plástico integral comprometido con las mejores causas populares, desde el apoyo a la república española, la lucha contra el fascismo, hasta el combate a la dictadura uruguaya.  
Había nacido en 1912, en un hogar proletario y debió trabajar siendo aún casi un niño; pero su fuerte vocación lo llevó a seguir cursos nocturnos de dibujo y escultura entre 1922 y 1926 con el maestro Luis Falcini en la Escuela Industrial de Montevideo.


En 1926, logra obtener, con tan solo 14 años, el segundo premio en el concurso de medallas para la Exposición de Industrias Nacionales. De aquí en adelante los artistas renombrados y los críticos van a acostumbrarse a escuchar el nombre de Armando González compitiendo y logrando los primeros premios en concursos. 
En 1959 había conquistado 30 premios y quizás el más importante conseguido fue el de “Gran Premio (medalla de oro) de Escultura del Salón Nacional de Bellas Artes”, por su yeso “Niña”.



Fue fundador y dirigente de primera de la Asociación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (Aiape) y a él se le debe buena parte de la tradición de lucha de los plásticos uruguayos. 

Además, en su taller ubicado en Malvín, en la calle Concepción del Uruguay (donde estaba el Arroyo Malvín) a pocas cuadras de la Rambla, se realizaban tertulias de artistas; y más tarde, cuando la dictadura había prohibido toda manifestación política, ese taller de Malvín fue centro de reuniones clandestinas.

Gonzalito había ganado el concurso estatuido por la Intendencia del departamento de Artigas para realizar el monumento al prócer. El jurado estuvo constituido por el gran historiador Juan Pivel Devoto, el senador blanco Ángel María Cusano, el escultor Severino Pose y el arquitecto Carlos Herrera Mac Lean y eligió por unanimidad, entre 17 proyectos, al de Armando González. Para su realización surgieron en primer lugar problemas de recursos, porque los que habían sido comprometidos por la intendencia de Artigas tardaron años en llegar, y sólo en parte. 
Las peripecias que atravesó el escultor para conseguir los fondos podrían ser base de una novela: desde desprenderse de cuadros y esculturas hasta dar clases en Bellas Artes y la UTU y endeudarse (en años de inflación galopante, además). 
En esas condiciones, la obra le insumió diez años de trabajo hasta su culminación en 1968.


Estuvo largo tiempo frente a su taller, al aire libre, y fue entonces que se erigió en el punto de referencia de toda esa zona de Malvín. Después fue exhibida en la explanada de la Intendencia Municipal de Montevideo. Allí estaba en el acto inicial del 26 de marzo de 1971 del Frente Amplio, nacido dos meses antes, el 5 de febrero. Fue cuando Líber Seregni realizó su invocación: “Padre Artigas, ¡guíanos!”.

UN ARTIGAS DIFERENTE
Gonzalito quería evitar que el monumento a Artigas tuviera un basamento como un “pisapapeles", de tipo tradicional. Este concepto impediría acercar al pueblo al monumento, alejaba a Artigas de su gente.
“En este sentido “Gonzalito” tenía ideas claras… así surgió la idea que el monumento a Artigas debía estar acompañado por todo aquello que lo acompañó en su gesta. Y nace la idea de formar un museo, pero un museo vivo, didáctico que tuviera que ver con la trayectoria de Artigas. También la idea de que para su implantación se le debía dar cabida al pueblo a través de los docentes, los trabajadores de la construcción a través de su sindicato, los estudiantes, los intelectuales, es decir, todos aportando a los efectos de lograr una obra de conjunto. 
Se levantaba arraigado en la tierra en forma de pirámide con 4 niveles; unido al nivel 8 por una especie de puente y en el hueco que quedaba aparecía el ‘Artigas’.” Los materiales que se utilizarían para la ejecución del emplazamiento y los árboles y las flores para su decoración serían autóctonos de la zona norte. González no veía sólo al monumento sino que también pensaba en su ubicación, en el contacto del arte con su pueblo, que la gente fuera parte también de la obra artística. Creo que no es necesario decir que esta obra no se pudo realizar, la dictadura militar no podía permitir que el Prócer de los Orientales estuviera cerca de su gente.

El Artigas de Armando González no es un simple guerrero a caballo, el artista quiso captar y fijar al héroe de nuestra independencia como un hombre de pensamientos, de ideas liberadoras, de sentimientos vigentes en su época, que hicieron que todo un pueblo en lucha lo eligiera como su jefe.

“Mirá, ya lo he dicho alguna vez: he buscado en este Artigas lograr la unidad de serenidad y dinamismo, de acción y de pensamiento. Un Artigas no como un guerrero absoluto; no como un pensador absoluto. No, sino como un hombre al mismo tiempo de lucha, de acción y de pensamiento… en el caballo. Hay un ritmo de avance, con grandes diagonales y otras que se entrecruzan. Todas las líneas del caballo van hacia allí, hacia la cabeza y todas las líneas del jinete, a la cabeza de Artigas. La idea fundamental de este lado es la de la acción. Ahora mirá desde aquí: hay un juego de zigzags, de diagonales. ¿Ves los flecos del Poncho? Integran un ritmo de ornamentos. ¡Un ritmo de ornamento, no una copia…!. Mirá ahora de este lado. Aquí el ritmo cambia. Es un ritmo de curvas, sugiere serenidad.”

Para el rostro de Artigas, Gonzalito se dedicó a estudiar los relatos que describían al prócer, pero teniendo en cuenta la imagen que tiene el pueblo en general sobre el rostro de Artigas que es la realizada por Blanes en su “Artigas en la puerta de la Ciudadela”.
Como artista, Armando González ha sido uno de los grandes valores nacionales en un quehacer múltiples que comprende el dibujo, la pintura, el afiche y la escultura, el grabado, el muralismo y la cerámica. Una obra merecedora de numerosos primeros premios en concursos artísticos y que ha trascendido las fronteras de la patria, en la cual se fraguan la sensibilidad y la maestría al servicio de un arte que nace del pueblo y está destinado a él. En ese sentido, la vida de Armando González, consagrada a su arte, posee una gran arista unívoca. En ella aparecen consustanciadas las antenas sensibles de la creación, las vivencias del hombre de pueblo y el conocimiento articulado del luchador revolucionario.
Un arte, pues, el suyo, realista y político en el sentido profundo de ambos términos, fecundado por el trabajo sin pausas de años y años en materiales y técnicas específicas de las diversas disciplinas que Armando González transitara a lo hondo y con fertilidad. 

Recién el 14 de abril de 1972 llegó carta de la intendencia de Artigas invitando a Gonzalito para asesorarla sobre el emplazamiento del monumento. Pero todo se paralizó, y sobrevino el golpe de estado. La conducta de la dictadura fue canallesca con el autor del monumento. Todos los obstáculos que interpuso a su emplazamiento fueron descritos en oportunidad por el Dr. Nicolás Grab, que los siguió y los padeció paso a paso. Con el agregado de que Gonzalito fue detenido por agentes de la dictadura el 14 de enero de 1975 en su rancho de Malvín y conducido al centro de reclusión y tortura de la calle Maldonado, en Montevideo, fichado, interrogado y encapuchado.

Finalmente, al año siguiente (1976) la estatua fue instalada en la plaza Artigas de la capital departamental, en condiciones muy distintas a las que había aconsejado el escultor que hasta el último momento esperaba la concreción del proyecto para su colocación. 



Pero una mañana apareció un transporte militar frente al rancho de González y sin el conocimiento y consentimiento de su autor, se llevó el monumento a la fuerza en una chata y lo trasladaron a la ciudad de Artigas. 
Se lo instaló en condiciones que no tenían nada que ver con el proyecto elaborado por González.
 El día que se llevaron el monumento se dice que González persiguió a la chata en una camioneta muy precaria que tenía, gritando y agitando su puño, mostrando su desesperación. Alfredo Gravina dice: “estoy seguro de que la siguió como a un hijo que se va al destierro.”

Acá vemos al escultor encaramado sobre el caballo (con sombrero)

Finalmente Gonzalito trabajó arduamente y  contra su voluntad para la instalación del monumento pero el día de la inauguración no le fue permitido ni siquiera acercarse a la Plaza.

Al destierro, al exilio se tuvo que ir González expulsado por la dictadura militar. El país que lo recibió afectuosamente fue Bulgaria donde siguió trabajando como artista. “Hablar del exilio en Bulgaria es hablar de Gonzalito. gracias a su extraordinaria vitalidad y simpatía se convirtió en el más emblemático de los uruguayos exiliados” 


En los últimos años trabajaba en importantes obras de arte; lo hacía con la misma pasión que fuera el sello distintivo de su arte, la misma con que expresaba su incansable solidaridad con los presos políticos uruguayos y con los luchadores de la clandestinidad en la patria lejana, a través de dibujos, afiches y su serie de esculturas sobre la tortura en el Uruguay.

Su último trabajo no terminado fue en la ciudad que lo recibió en el exilio en Bulgaria, la ciudad de Plovdiv “Lo vimos tomar con entusiasmo y seriedad el proyecto de fuente pública que le encargara la ciudad. En él quería expresar la vida, cuatro mujeres en ronda con un niño. Junto al arquitecto Ivo Covachef habían presentado los proyectos a escalas, los que habían sido aprobados y ya se habían iniciado los trabajos para levantar las figuras, cuando, primero, un preinfarto lo obligó a detener el ritmo de su paso. Después de una breve recuperación sobrevino un leve ataque cerebral que se complicó con una de las formas más agudas de hepatitis, trance que no pudo superar.” 
En su tumba en la ciudad de Plovdiv, Bulgaria, la piedra que decora tiene un simple texto que en sí lo dice todo: 
“Armando González, 1912-1981, escultor Uruguayo”.

FUENTES - TEXTOS - FOTOS
Arquitecto César Rodríguez Musmanno.
Niko Schvarz - Periodista y escritor uruguayo
Fundación Rodney Arismendi
Semanario Marcha
Dr. Nicolás Grab